jueves, 27 de noviembre de 2008

Un gran acontecimiento

Este fin de semana ya toca por fin el gran acontecimiento esperado por la familia de mi novia. Mi cuñado se casa este fin de semana.

Nos espera todo un palizón, porque salimos mañana desde Galapagar para Valencia (saldremos sobre la hora de comer, porque mañana toca trabajar). Llegaremos por la tarde noche y prontito a la cama, porque el sábado tocará el día más intensivo. No tanto para mi, sino para todas las mujeres que estarán a mi lado (que si la peluquería, que si el vestido está bien, que si falta no sé qué complemento, que si viene el fotógrafo, que si hay que ir a recoger al novio, que si llegamos tarde a la iglesia, etc.). Ya tuve el "honor" de vivir la boda de mi otro cuñado el año pasado y fue toda una experiencia (teniendo en cuenta además que fue mi primera boda de toda mi vida). Desde luego, la de este fin de semana no va a ser menos.

A las 5 de la tarde es la ceremonia en la iglesia, en la que me ha tocado hacer de chófer del novio. Ya digo, toda una experiencia. Veremos qué tal toda la ceremonia (generalmente un tostón, pero bueno).

De ahí, al convite. Por lo que me han adelantado, nos pondremos las botas. Y no sólo por la cantidad que siempre ponen, sino porque lo que van a poner, es de alta calidad. Veremos (porque a mi me gusta mucho comer y miraré con lupa qué tal todo). Ya contaré el menu la próxima vez.
Y luego, en el propio sitio de la cena (una massía), baile y cachondeo hasta altas horas de la mañana. Veremos cuántas horas de sueño tendremos (muy pocas, seguro).

Y llegará el domingo, que hay que volver a Galapagar (no demasiado tarde, porque sino nos tragaremos un atasco de mil pares). Los novios vienen con nosotros en el coche, porque el lunes cogen el avión desde Barajas para ir de viaje de novios (que también me tocará llevarles al aeropuerto). Vamos, que me voy a hartar de coche, festejos y demás. Pero también me lo voy a pasar muy bien.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Nuevas experiencias

Bueno, son nuevas relativamente. Me explico...

El otro día fue la primera vez que me compré unas canciones a través del iTunes para mi iPod. Yo he sido defensor acérrimo del cd. Y según pasa el tiempo, lo sigo siendo, porque, a pesar de conocer y entender las desventajas de tener que ocupar tanto espacio físico si tienes una buena colección de música como es mi caso, el tener tu música de una forma virtual no me gusta nada. Prefiero ver el cd, grabarlo cuantas veces haga falta por si el ordenador se estropea, poder disfrutar de la carátula, las letras, fotos y demás cosas que entran en el libreto, etc. Ahora vendrán aquellos que digan que los cd son muy caros (que lo son), que muchas veces no vienen las letras ni fotos (que también ocurre en muchas ocasiones), etc. Pero es que yo no pretendo convencer a nadie de nada. Simplemente dejo constancia de mi preferencia personal.

Pero el otro día, R. había recibido un código gratuito al comprar las entradas de un concierto en ticktackticket. Con este código podían descargarse a través de iTunes 5 canciones, daba igual que artista, que género de música, etc. Pero R. no tiene el mencionado iPod ni el famoso iTunes, por lo que pensó en mi y me regaló dicho código.

Después de dar muchas vueltas sobre qué canciones descargar (al final me quedé con 5 caras b de dos EP del grupo Black Stone Cherry), me puse manos a la obra. ¡Menuda maravilla! ¡Qué facilidad! Con dos clicks, tenía las canciones descargadas después de pocos segundos y éstas se escuchaban de maravilla, con sus carátulas visibles en el programa y en el iPod, con toda la información del autor, etc. Con experiencias así se tambalean mis creencias, pero aún así seguiré comprando los formatos físicos. Pero reconozco que me ha dejado impresionado.

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Nunca he ocultado que me gustan los videojuegos y que poseo una Playstation 3. Para algunos quizá sea de friki tener una cierta edad y seguir jugando a los "marcianitos", pero a mi me gusta y no veo por qué debo dejarlo (mientras no me impida hacer todo lo demás que tengo y debo hacer).

A mi novia no le entusiasman en exceso, pero sí que le gusta probar aquellos juegos que sean curiosos y fáciles de manejar. Juegos que sean divertidos y digan algo... Nada de juegos de pegar disparos, juegos de deporte, etc.

Hasta ahora nunca hemos jugado juntos (o casi nunca). Pero hoy hemos probado por primera vez juntos un juego que se llama "Little Big Planet". No quiero hacer publicidad del mismo (ya es suficiente lo que ha hecho y hará Sony), pero nos lo hemos pasado "pipa". Es algo que no había visto nunca. Divertídisimo y gracioso. Los personajes son adorables, la estética es muy chula, la mecánica de juego es lo más sencillo que puede haber...

Creo que va a ser un juego que vamos a disfrutar durante mucho tiempo. Y por una vez (y espero que no sea la última y la única), podemos disfrutar juntos y al mismo tiempo uno de mis pasatiempos favorito.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Vuelvo a creer

Desde este viernes pasado se ha confirmado mi vuelta a mi creencia personal. James Bond me gusta. Me gusta mucho...

De pequeño, James Bond me gustaba muchísimo. Era el no va más. Tías guapas, tiroteos, persecuciones, peleas... Y siempre acababa todo bien. James era el tío más guapo, más chulo y más inteligente (un referente para todo crío).

Sean Connery era el no va a más. Creo que no necesito decir nada más, ¿verdad?

George Lazenby tuvo un escarceo un poco extraño para mi parecer como este personaje. La película no me gusta nada, pero a pesar de ello es una peli oficial que cuenta en el total de los largometrajes y hay que tenerla en cuenta. Prefiero pasar al siguiente.

Luego llegó Roger Moore. Más irónico. En mi edad prematura (era yo muy yogurín por entonces), diría que todavía mejor que el anterior, pero uno aprende de sus errores cuando se hace mayor, y ahora me doy cuenta que Roger Moore no me convence ni de lejos lo que Sean Connery. Pero aún así, me encantaban (bueno, y me encantan) "El hombre de la pistola de oro", "Moonraker" y "Octopussy".

Otro relevo más y le tocó el turno a Timothy Dalton. Personalmente, cuanto más tiempo pasa, creo que no se le ha hecho mucha justicia a este Bond. Sobre todo por su película de "Licencia para matar". Duro, vulnerable y cegado por venganza. Es la primera vez que recuerdo ver a James Bond totalmente destrozado físicamente al final de la película. Eso hace que me guste más este personaje (a diferencia de ver siempre a un Bond impoluto y totalmente invulnerable). Pero por las razones que sean, a las dos películas se volvió a cambiar de protagonista (muy a mi pesar).

Con este último cambio llegó una temporada larga de pérdida de referencia cinematográfica para mi, porque Pierce Brosnan me parece infumable. Ya no sólo es él como actor en todas sus pelis (que también), pero como personaje de Bond. A muchos les encantaba esta nueva imagen. Mucho humor, mucho gadget y un tío guaperas (por lo menos en teoría, aunque yo no lo veo). Recuerdo ver "Goldeneye" en el cine con un grupo de amigos. La experiencia fue tan sumamente mala, que no volví al cine por una peli de Bond hasta "Casino Royale". Lógicamente con el paso del tiempo, he llegado a ver todas la pelis restantes de Brosnan, pero ninguna me ha parecido remotamente interesante y buena. Menos mal que al final hubo cambio.

Y llegó el HOMBRE. Este Daniel Craig me parece increíble. No hace de James Bond. ES JAMES BOND. Sólo lleva dos películas, pero me ha hecho volver de mi letargo de cine de espías y acción. "Casino Royale" me pareció impresionante. Un buen guión, un personaje muy duro y muy humano (no tiene accesorios que le permitan ser mejor agente secreto). Menos acción y más historia. Mucha emoción con las partidas de cartas. Simplemente insuperable.

Y como tal, "Quantum Of Solace" no podía superarlo. Pero, aunque mis expectativas eran más bien bajas (había oído que la peli era muchísima acción y una historia muy mala, que el director Marc Forster no estaba a la altura, Daniel Craig diciendo que dejaba el personaje si esta peli no funcionaba en taquilla, etc.), tengo que decir que salí más que contento de la peli. Es cierto que hay bastante más acción que en la anterior, pero también hay bastante trama y sobre todo un Craig que se come la pantalla. Este tío me impresiona. Desprende hormonas y masculinidad por todos los costados. Tiene un físico impresionante. Y tiene un sex appeal más que evidente.

Desde luego, después de verla, sólo puedo esperar que al resto de las personas les de por ver la peli, de manera que tenga mucho éxito y este hombre tenga ganas de seguir con su personaje, porque así podré seguir disfrutando de James Bond durante muchos años.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Horarios

No sé si me estoy haciendo mayor (que también es eso), pero cada año me cuesta más acostumbrarme al horario de invierno...

Y no me refiero a dificultades para dormir y cosas por el estilo (me hago mayor, pero todavía no llego a eso). Pero sí me refiero al odio (y me refiero a odiar) esta sensación de estar de noche casi todo el día.

Me despierto por la mañana y todavía no hace mucho sol (es que a las 6.40 casi todavía no se ha despertado ni el sol). Los días que salgo a Madrid a currar, llego a casa para comer sobre las 2.30 o 3. De ahí me toca trabajar en el ordenador hasta las 7.30 o, en ocasiones, un poco más. Pero es que a las 6 ya no es de día. Quizá exagero diciendo que es de noche, pero la sensación de depresión es total. Sólo tienes sensación de estar currando todo el día, porque cuando es de noche ya no te apetece hacer nada fuera de casa ni nada.

Pero claro, también están los días en que me sigo despertando a la misma hora, pero me quedo en casa trabajando todo el día. La dinámica no cambia mucho, porque aun estando en casa, estoy trabajando y termino sobre la misma hora. Es verdad que veo la luz del día por la ventana, pero cuando termino de trabajar sigue siendo de noche...

Esto es un asco. Luego nos cuentan que es para ahorrar no sé cuanta energía en consumo de luz. Pero yo tengo la sensación de seguir utilizando la misma cantidad de lámparas o incluso más tiempo porque este sol no es lo mismo que en verano. Quizás tengan razón y haya multitud de estudios que demuestren que están en lo cierto. Pero a mi me matan cada año que pasa un poquito más.

Eso sí, ¿qué haría yo en mi Alemania natal en invierno? Buff, prefiero no pensarlo mucho, porque sino igual me deprimo aún más. Lo único que me queda es pensar que el horario de verano está cada vez un poquito más cerca y que tendremos un poco más de sol todos los días.

Ahora, cuando llegue el verano, ¿qué haré con el calor? Es que, en cuanto a eso, yo prefiero el frío. Pero eso ya es otra historia.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Vuelta a las andadas

Hace un tiempecillo que no escribía...

Y no es porque no tuviera cosas que contar (aunque tampoco nada del otro jueves, pero bueno), pero es verdad que últimamente he estado metido en trabajo hasta no sé donde... Suena a excusa barata y más que manida, pero es cierto.

Tampoco creo que tenga que disculparme especialmente ni nada. Este blog no debe suponerme un compromiso ni una presión de escribir todos los días. Escribiré cuando pueda y cuando quiera. Porque no quiero escribir tonterías para decir que he escrito. Prefiero escribir porque sienta la necesidad y las ganas...

Volviendo a mi blog (porque el "chorreo" que he soltado era innecesario, ya que nadie me ha presionado para escribir ni nada por el estilo), esta semana se presenta casera. Es decir, esta semana voy a trabajar íntegramente en casa. No voy a tener que salir a Madrid para trabajar.

Por un lado está genial, porque yo trabajo bastante cómodo en casa (y no me refiero a que esté en calzoncillos y cosas por el estilo), pero por otro lado esto se debe a presiones que he recibido por parte de mi jefe sobre entregas semanales del trabajo que realizo. Es complicado de explicar, pero digamos en que lo voy a resumir de la siguiente manera. Mi jefe es un cabronazo (¿y qué jefe no lo es?) y me está haciendo (bueno, a mi y a mis compañeros) la vida imposible últimamente. Lo dejo ahí, porque hoy todavía es domingo y ya tendré tiempo mañana de acordarme de él.

Este viernes que viene tengo un "compromiso" social. Mi amigo F. me dijo el otro día que le habían dejado colgado para ir al cine el viernes que viene. Si me apetecía ir con él. "Eso está hecho", le contesté. Ahora, lo que yo me pregunto es, ¿qué amigo puede dejar colgado a F. para no ir a ver el estreno de "Quantum of Solace", la nueva peli de James Bond? Es verdad que hace unos años yo no me habría matado por ir a verla (perdón para los que les guste, pero no podía con Pierce Brosnan [imfumable], me hizo perder la ilusión por este personaje), pero ha sido ver la película anterior "Casino Royale" y no poder esperar a que Daniel Craig y su chulería vuelvan a aparecer en pantalla...

Esta semana también tengo que ir a alquilar un chaquet para la boda de mi cuñado. Soy un poco dejado, porque la boda es dentro de dos semanas y todavía no me he preocupado de ello, pero cómo no tengo que comprarlo, tampoco ando muy agobiado. La verdad es que es toda una experiencia eso de ir con chaquet, pero da la casualidad que yo ya sé lo que es eso... Con la boda de mi hermano este verano ya fui con dicha prenda. Un poco incómoda, sobre todo los tirantes, pero quedas hecho un gigoló (o por lo menos eso me parece a mí).

También se acerca el cumpleaños de mi padre. Con lo que se acerca un problema, porque ¿qué le regalas a una persona que ya lo tiene todo y que no tiene preferencia por nada en concreto? Estoy pensando que un buen recurso es darle un abrazo de hijo y tan pancho, pero me temo que es un poco cutre, así que me tendré que estrujar el cerebro...

Así se presenta mi semana. Movidita (como todas), pero con ganas de afrontarla (como todas).

A pasarlo bien.

P.D.: R., espero que esta entrada te amenice un ratito de tu lunes...

lunes, 3 de noviembre de 2008

Contrastes de un solo día

Hoy llevo un día lleno de contrastes...

Empecemos por la mañana. De entrada, hacía un frío de narices en Galapagar (bueno, últimamente está haciendo frío, así que esto será normal). Es lunes, da una pereza tremenda ir al trabajo (más cuando tenía por delante una reunión con mi jefe), tenía sueño y, además, hacía frío (sé que ya lo he dicho, pero es que hacía frío). Esa sensación desagradable contrastaba con lo bonito que era ver la sierra madrileña desde el coche, camino a la estación de Cercanías. Todas las cumbres llenas de nieve, con una sensación de cercanía increible. A veces, estas cosas te alumbran por un momento, porque no todo el rato se ven cosas bonitas.

Llegaba ya al despacho de mi jefe, pero previamente habíamos quedado los compañeros de trabajo para decidir lo que teníamos que decirle ante los últimos cambios unilaterales que se habían producido (y con los cuales no estabamos de acuerdo ni en contenido ni en las formas de producirse). Contrastan las risas y el buen rollo que tenemos los compañeros con lo miserable e idiota que es el jefe (sé que todos lo son, pero hoy me toca desahogarme del mío). Pasas de estar bien con los compañeros a tirarte de los pelos y desesperarte ante las explicaciones del porqué de las decisiones del jefe.

Salgo de la reunión, pensando en el estrés de trabajo que tengo encima (acumulación de cosas pendientes, olvidos, fechas de entrega límite, etc.), pero me voy a ver a F. (amigo que recibió felicitación por mi parte el otro día), para darle con retraso su regalo de cumpleaños. Ver la sorpresa y la alegría al abrir el regalo ya compensa todo lo demás (aunque sea por unos instantes). Charlamos un rato (lo que le permite su nuevo puesto de trabajo) y ya me tengo que ir a Galapagar.

Llego a casa hambriento y cansado. Vuelvo a pensar en el trabajo y retorna el estrés. No sé que voy a comer, porque no tengo nada preparado y se me ha olvidado sacar nada del congelador el día anterior, con lo que la espera puede ser larguísima. Acabo por freírme unos filetes de pollo a la plancha, cortarme unos tomates con aceite y hacerme un huevo frito y tiro para adelante. Pero no es la comida la que me da alegría (que también). Llegar a casa para que te salude tu perrita con toda la alegría del mundo, dando igual que ella tenga hambre o se haya pasado sola toda la mañana, hace que te tomes todas tus preocupaciones de otra manera (¿por qué nos lo tomamos todo tan a pecho?).

Acaba de venir mi novia y me cuenta que damupi ha escrito sobre la velada del sábado. Voy al ordenador y miro su blog. Me quedo helado ante su entrada y las insinuaciones escritas en contraste con el buen recuerdo que todavía tengo de dicha noche.

¿Cuántos contrastes me quedarán todavía hoy por vivir?

domingo, 2 de noviembre de 2008

Sábado sabadete

Ayer tuve reunión con todos mis primos en casa de mi hermano para ver las fotos de su boda y de su viaje de novios.

Decía damupi en una de sus últimas entradas que a él no le iban mucho esas cosas (que le es indiferente). Y que (casi, casi) solo iba a recoger el Born Again de Daredevil (Frank Miller)... Además, no pretendía quedarse a cenar ni hacer nada en particular, porque ya había quedado.

De hecho, de entrada, cuando llegué a casa de mi hermano (por cierto, con casi una hora de retraso... ¡Menudo impresentable soy!), damupi sólo me preguntó si le había traido el cómic... No sé yo, pero a mi me dio que ahí sólo hubo interés en el cómic y no en ver a sus primos (sí, sí, damupi es mi primo, porque sino, ¿qué coño haría él en una reunión de primos?). Bueno, no pasa nada. Ya tiene los 25 tomillos de la colección que hice en su momento, donde está la parte anterior a la etapa de Frank Miller en Daredevil y una parte posterior. ¡Se va a hartar a leer Daredevil!

Por otro lado, al final, ¡se quedó a cenar y se excusó de su "cita" para el sábado! Creo que, aunque él pensara de antemano que iba a ser un rollo, todos nos lo pasamos muy bien. Es una pena que, por circunstancias, no pudiéramos quedar TODOS los primos, pero sí que lo hicieramos todos los que pudimos (eso sí, nos acordamos de C., J. y N.).

A mi siempre me gusta quedar con ellos. Hay familias en las que los primos se ven mucho. En mi caso no es así. Nos solemos ver poco o muy poco. Pero cuando hay alguna ocasión un poco especial, ahí estamos. Y ayer fue una de esas ocasiones. Me gusta verles.

La velada empezó con, aparte del mencionado retraso mío (de verdad, ¡qué impresentable!), un tour por la casa de mi hermano, ya que, salvo servidor, nadie la conocía. Bueno, primero nos tuvimos que quitar todos los zapatos, no fuera a ser que se manchara el parquet de la casa (en el fondo, está muy bien eso, porque es cómodo y ensucias menos... Pero también es verdad que eso nos viene un poco de nuestra parte alemana). En cuanto a la casa: unas puertas muy modernas, unos focos de luz para combatir la oscuridad, un despacho muy chulo, etc. La verdad es que la han dejado muy bonita, aunque la anécdota que se quedó en la memoria de todos (y que se quedará durante un tiempo) es que la cama de mi hermano y su mujer fueran realmente dos colchones unidos por una cremallera (separación de lechos, que lo llamábamos todos). Hubo unas cuantas risas con eso (el día que se enfaden, uno de ellos coge su colchón y se va al salón).

Hablando de salón, después de la visita guiada nos sentamos todos en él para picotear guarrerías varias (lo típico: gusanitos, patatas fritas, aceitunas, fritos, queso, pizza, coca-cola, vino, etc.) y hablar un buen rato. Me lo pasé genial. Los primos recordábamos a los abuelos, cosas que hacíamos de pequeños, discutíamos sobre cosas de ahora, etc. Estuvo muy entretenido.

Y ya, al final, como no podía ser de otra manera, ya que habíamos ido para eso, vimos fotos y vídeos de la boda de mi hermano y de su luna de miel a la India. Como siempre pasa, al final se te hace larguísimo, porque tenían (ni más ni menos) 13 HORAS DE VIDEO. ¡Eso no hay quien lo aguante! (y me da igual que sea mi hermano). Pero, por suerte, iban pasando hacia adelante su "película" y estuvimos viendo una especie de Best Of, entre las que había cosas muy curiosas, como por ejemplo: la gente de la India, los colores, el caos en las calles, los palacios, las vacas, etc. Hay que reconocer que estuvo bastante entretenido también, pero terminamos a las 2.30 de la mañana (yo estaba que me caía de sueño). Y yo todavía tenía que llegar a Galapagar.

Pero, al final, llegué bien a casa. Me despejé, y no había mucho tráfico, llegué a las 3.30, dejando previamente a mi prima en su casa en Argüelles (que me cogía de camino).

Me quedo con el buen rollo general de noches como esa y en la oportunidad de quedar con mis primos, que siempre me resulta agradable y entretenida. Ojalá podamos repetir algo así bien pronto.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Felicitación

Erase una vez, un vasquito que nació tal día como hoy hace unos cuantos añitos.

En el momento del parto, no salió del vientre de la madre llorando. No señor. Salió gritando a todo pulmón "Atentos, que aquí voy yo".

De bebé,no le daba de mamar su madre. No señor. El tío se iba andando (porque gatear es para el resto de los mortales) hasta las vacas y las ordeñaba el mismo para luego tomarse su leche.

Cuando tocaban las papillas, no se conformaba con las típicas que vendían en el super. No señor. Él se machacaba los filetones con un canto rodao de 30 kilos (no pongo más para que no penseis que soy un exagerado) hasta triturarlos y convertirlos en papilla.

Tampoco se iba a pasear con su madre en la silla para niños, por lo menos en el sentido habitual. No señor. Su madre se sentaba en la silla y él empujaba, porque lo otro le parecía muy aburrido.

En invierno, no se dejaba poner chubasquero ni botas de agua cuando llovía o bufanda, gorros y guantes para el frío. No señor. El tío iba con el pecho descubierto, porque pasaba calor y no entendía al resto de la "gentecilla" externa a Bilbao.

Cuando le llevaban al parque de atracciones, él no se montaba en la noria. No señor. Él se encargaba de darle vueltas a la noria con sus propias manos para evitar el uso de un motor (si ya cuidaba el tío el medioambiente, sí).

Y todo esto sólo de pequeño. Ahora se ha hecho un poco más mayorcito. Dicen que con la edad cambias, pero la esencia en este caso es la misma. Pero tengo que decir, que aún con todo lo anterior (y mira que me he dejado cosas), es muy buena persona y que me alegro de haberle conocido.

F., muchas felicidades por tu cumpleaños y por un año más viejo (o un año más sabio, dejo eso a tu elección). ¡Qué pases un muy buen día!

jueves, 30 de octubre de 2008

Jornalero por un día (valga la redundancia)

El fin de semana pasado he tenido una nueva experiencia religiosa, mastercard o como se quiera llamar... No sé cuántas veces más volveré a vivirla, pero hay cosas que hasta que no se hacen, no aprecias lo que hay detrás de ello.

Me explico. Este fin de semana pasado estuve en Griegos, el pueblo de mi novia, que está cerca de Teruel (el pueblo, no mi novia). Ya he estado más veces. El pueblo es pequeño pero "cuco". Los paisajes son bestiales, puesto que está en la sierra de Albarracín. Es uno de esos sitios que te permite desconectar, disfrutar de la naturaleza, desestresarte de cualquier tontería que te pudiera rondar la cabeza...

Pero el fin de semana pasado no estuvimos solamente de ocio. Una de las razones era que mi suegro necesitaba recoger patatas que había sembrado. Pero también el tío de mi novia. Y estoy hablando de pedazos de tierra bien majos (entiéndase lógicamente por grandes). Muchos surcos bien largos, donde había patatas para dar y tomar.

Pues ahí estaba yo, dispuesto a vivir esta nueva experiencia de ponerte botas, mono de trabajo, guantes. agacharte durante tiempo hasta que ya no sintieras los riñones, a sudar copiosamente, etc. Una vez preparado y sobre el terreno, el tractor de S. (dueño del terreno y tío de mi novia) se puso a remover la tierra y por ahí aparecieron patatas a montones. Y la tropa que estabamos ahí, [una tropa muy maja por cierto (creo que si digo que eramos 20 personas no me quedo corto)], veíamos el percal e ibamos como locos a por las patatas (no fuera a ser que éstas se fueran corriendo o algo por el estilo).

Pero no pudimos coger ni la mitad de la mitad (o sea, ni un cuarto). Lo malo había sido que, con tanta lluvia durante el mes de octubre, el terreno estaba con mucho barro. El tractor no podía pasar por todo el terreno y remover todo lo que se necesitaba (veías como las ruedas giraban sobre el barro y parecía hundirse por momentos más y más). Pero también nosotros, los que recogíamos, nos hundíamos con las botas en el barro. Y así, no se pueden recoger patatas.

Desde luego, de la experiencia (que duraría unas dos horas o algo así), lo que puedo llevarme conmigo es que recoger patatas es duro de narices. Si con lo que cogimos (recogeríamos tres surcos y llenaríamos quizá 15 o 20 sacos de patatas, con 10 kilos cada saco por lo menos) ya nos costó nuestro esfuerzo, ¿que habría pasado si se hubiera podido recoger los 10 surcos restantes? A veces oyes que el trabajo de campo es duro. Y nosotros asentimos, porque siempre es lo que hemos oído. ¿Pero lo decimos con conocimiento de causa? Yo desde luego que no.

Pero después de mi "esfuerzo" del domingo pasado, es que se dice eso con razón. Es MUY DURO. Estar expuesto a las inclemencias del tiempo (sol de justicia, frío, lluvia, etc.), tener que agacharte constantemente a recoger lo que hayas plantado, transportarlo, limpiarlo un poco, meter en sacos o cajas... Para que luego lleguemos nosotros (los urbanitos) y digamos que el precio del kilo en el súper es desmesurado... Vete a sembrar y recoger patatas tú y luego me dices si el precio te parece caro. Creo que no nos damos cuenta que mucha gente ha trabajado muy duro para que toda esas hortalizas, verduras, etc. lleguen a nosotros. Que han sudado la gota gorda y que apenas reciben poco dinero por ello (porque el que infla el precio luego es el supermercado)... Cuando te toca a ti recoger todo, entonces te das cuenta de que algunas cosas, que quizá damos por sentado, no son así.

Por ello, mi admiración sincera para toda aquella gente que se dedique profesionalmente o por ocio al campo. ¡Olé vosotros! (por no decir obscenidades).

Eso sí, ¡qué bien me saben ahora mismo las tortillas de patatas hechas con dichas patatas! De hecho, reconozco a cada una de las patatas que he cogido con mis propias manos...

lunes, 27 de octubre de 2008

Experiencia Mastercard

8 años de espera hasta que AC/DC ha vuelto a Madrid para tocar en concierto: increíble.

8 años hasta que AC/DC han sacado nuevo disco: insuperable.

4 horas haciendo cola en el Corte Inglés para conseguir entrada para el concierto de Madrid: infumable.

La sensación de haberte quedado sin entrada: una grandísima putada.

Y todavía sigo sin explicármelo, quién ha conseguido todas las entradas del concierto, porque se supone que limitaban la compra de entradas a dos por persona. Me puse en la cola del Corte Inglés a las 10 de la mañana y delante de mí había un máximo de 40 personas (o el equivalente de 80 entradas). El caso es que pasaba el tiempo y eso no se movía ni un centímetro. Incluso a las 10:20 (las entradas salían a la venta a las 10), se decía que no había entradas. De repente, se oyen aplausos y júbilo en la cola. Salían entradas. Pero con cuentagotas. De hecho, algún afortunado que las consiguió contaba, que en el ordenador decía que estaba todo vendido y que, de vez en cuando, aparecían a la venta 20 entradas, 40 entradas, 12 entradas… Y entonces se metían y cogían. Así que la espera prometía ser larga. Tan larga que, tras 4 horas de espera, y sólo haber conseguido entrada un máximo de 20 personas (lo juro por Snoopy), nos dicen los vigilantes del Corte Inglés que se ha confirmado que las entradas están AGOTADAS.

Y yo me pregunto. Había gente en la cola que, al tiempo que esperaban, estaban llamando por teléfono al servicio de venta de entradas con 2 teléfonos móviles (sigo jurando por Snoopy que llamaban a dos bandas)… El caso es que decían que no conseguían contactar. Mi novia y un amigo intentaban conectarse a la página de servicaixa para comprar las entradas… Todo bloqueado. Los cajeros de servicaixa tampoco daban el servicio… Entonces, ¿quién y cómo ha conseguido llenar todo el Palacio de Deportes (aproximadamente 16.000 entradas)?

La frustración era increíble. Por lo menos me quedaba el “consuelo” de ir a las tiendas para comprar el nuevo disco “Black Ice” e irme a casa para ponerme la música a todo trapo. Pues voy a la Fnac y me dicen que la edición especial no lo tenían en venta en tienda, sólo por internet. ¿Sería posible que tampoco podría irme con el consuelo a casa (y me sigo refiriendo al disco, y no a una persona que de repente se llame Consuelo)? Así que me fui a otro Corte Inglés y… ¡lo conseguí! Allí sí que lo tenían. La dependienta nos decía que allí había habido gente haciendo cola desde las 6 de la tarde del día anterior. Y que sólo habían conseguido entrada 10 personas… Más incredulidad por mi parte.

Desde luego, todavía no me puedo explicar cómo el promotor del concierto solamente contrata un sitio tan reducido como el Palacio de Deportes. Esta gente tendría que ir a sitios como el Bernabeu o el Calderón y lo seguirían llenando con creces. Tampoco no me puedo explicar como el único sistema de venta es a través de internet y sin entradas de papel, porque la sensación de que te están “tangando” es constante.

Pues eso, me he quedado sin la ocasión de poder verles (a falta de que pudieran concretar una fecha adicional en Madrid, que lo dudo). Habrá que conseguir el DVD que saquen de la gira (si es que lo sacan).

Mientras tanto me consuelo con la escucha del nuevo disco (había mono de nuevas canciones) y con el hecho de haber conseguido dos días más tarde entrada para el concierto de Metallica en Madrid (algo que después de esto, parecía igual de imposible de conseguir).

miércoles, 15 de octubre de 2008

Socialización

Que conste que esto no va a ser un mitin en favor de Zapa o del PSOE en general (para política, ya tenemos bastante con encender la tele o la radio)..

No, hombre, no. Voy a contar una de esas experiencias vitales mías diarias. Luego, aquellos que lean esto, pensaréis: "¡Menudas chorradas cuente este tío!"... Pues sí. Eso sí, te reto a que tú cuentes algo mejor en tu blog, que para eso "semos" libres de crearnos tantos blogs nos dé la gana y escribir en ellos lo que nos parezca...

Mira que vas andando veces por la calle (vamos, el que no vaya andando, que me escriba y me lo cuente), y pasas de largo a montones y montones de gente. A veces tratas de pasar desapercibido, otras vas con tu iPod enchufado y pasas de todo, otras vas con prisas y pegas empujones para llegar antes (la mayoría de veces sin querer, eso sí)... En cualquier caso, nunca te paras a hablar con ninguna persona que te encuentres en la calle, salvo las excepciones de "no sé cómo llegar a este sitio", "¿tiene fuego?" y alguna otra.

Supongo que una de las razones evidentes es que, si lo hiciéramos, no llegaríamos nunca a ningún sitio, porque nos tiraríamos horas y horas hablando con todas las personas (¡y eso, obviamente, es inviable!). Otra razón podría ser el mero hecho de no conocer a la otra persona y no saber o no poder hablar de nada con ella por no conocerse mutuamente. Alguna otra razón podría ser porque no se tienen ganas, porque da vergüenza entrarle a alguien desconocido, porque ya vas acompañado y no necesitas más conversación, etc. Bueno, en definitiva, razones hay muchas.

Pero es que cuando tienes perro, todo eso se va al traste. Yo no sé qué tendrá de mágico ese animalito, pero por el mero hecho de tenerlo y estar en la calle con él, se te acerca todo tipo de gente y habla contigo o te pones a hablar tú con cualquier otro desconocido que tenga chucho y empiezas a entablar una conversación amistosa. ¿Es que nos volvemos "idiotas" por el mero hecho de tener mascota? ¿Qué paso con todas las razones mencionadas anteriormente? ¿Sólo por tener perro ya conoces a la otra persona? ¿Ya te apetece hablar con un completo desconocido? ¿Qué pasó con la vergüenza de tener que dirigirte a otra persona que no conoces de nada?

Resulta que, en mi caso, el hecho de tener perra, me convierte en uno de esos casos extraños. Voy paseando y hablo amistosamente con cualquier persona que se me cruce y me mire. Dejo que se acerquen, que toquen a mi perra, que me digan cosas... Vamos, dejo de ser aquella persona que he sido y que soy habitualmente. Es decir, no soy un indeseable, pero sí un viandante más, que va a su aire y que no se interesa por nada más que por el próposito principal que me haya hecho moverme de un sitio para otro (ir al trabajo, ir a casa, ir al club de deporte, ir al banco, etc.).

¿Por qué no seremos capaces de romper esa barrera que nos separa mutuamente con la misma facilidad cuando no hay mascota de por medio? ¿Qué nos impide estar de un humor bueno generalizado si no estamos acompañados de un animal en cuestión? ¿Nos contagia el perro su bienestar, su tranquilidad y su afabilidad general hacia la vida? El perro no parece juzgar a nadie. Se alegra de estar, de estar acompañado, de que le des una palmadita, que le digas algo. No pide nada a cambio. Si le riñes por algo mal hecho, el perro vuelve hacia ti con la misma actitud de siempre (tras un breve periodo de tiempo, eso sí).

Quizá deberíamos aprender a tener esa misma actitud cuando nos encontramos solos y no ser tan "ariscos" y antisociales continuamente. Porque luego resulta que la gente es muy maja y que se conoce a gente muy diversa y muy interesante. No digo que todos nos convirtamos en amigos por una conversación puntual, pero desde luego sería mucha más agradable el paso de los días.

martes, 14 de octubre de 2008

Un buen día

Ayer fue un buen día...

Es verdad que nunca había trabajado tanto en un mismo día, pero también tuve mis alegrías.

1. Me encontré con P., un buen amigo de esgrima, con el que tengo unos cuantos "piques" pasados y espero que futuros. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, con esto de mi nueva residencia, etc. Eso sí, me cuenta milongas sobre que no le llegan noticias mías, correos de los de antaño (famosos boletines de volesgrima hispalemán [para mis fieles seguidores previo-blog sabrán de qué hablo])... Todo mentiras y excusas, porque le he notificado muchas veces que he escrito un blog, le mando algún que otro correo para recordarle que le voy a seguir zurrando la próxima vez que nos veamos sobre una pista. Eso sí, previamente nos tendremos que poner la chaquetilla y careta correspondiente, elegimos un buen sable y "allez"... ¡Qué razón tienes sobre el jamón que nos deben en el club! En cualquier caso, siempre es bueno conocer a muy buena gente. Y si encima te llevas bien y te reencuentras después de un tiempo, las alegrías son mayores. ¡Qué nos veamos más veces!
Por cierto, P., los de la foto se parecen a lo que hacíamos nosotros en nuestros asaltos, ¿eh?

2. La mayor alegría de todas... AC/DC va a venir en concierto a Madrid. Desde que me enteré ayer, estoy que me cago (perdón por la expresión, pero es que es lo que más pegaba en este momento)... Todavía tengo el recuerdo de ese conciertazo en el antiguo Palacio de Deportes (año 2001, Stiff Upper Lip Tour). Me llevé a un amigo (M., ¿te acuerdas?) que le gustaba AC/DC, pero que no era tan fan loco como yo... Acabó igual de entusiasmado que yo. No paramos de comentar durante varios días (incluso me atrevería a decir que alguna semana), lo alucinante que había sido la experiencia. Para mi fue un sueño, porque no tengo reparo en decir que es mi grupo favorito. Y ahora voy a tener la oportunidad de volver a verlos... Me pienso comer a todos los que se me pongan delante el martes que viene, cuando se pongan a la venta las entradas, no vaya a ser que me quede sin el preciado papelito... Buff, qué largo se me va a hacer hasta el 2 de abril del año que viene... El consuelo está en que sacan disco YAAAAAAAAAAA.
Y ya está. Alguno pensará que con que pocas cosas me contento... Pero es que estas dos cosas me alegraron enormemente el día. Si todos los días pasaran cosas como estas, que llevaderas se harían cosas como el trabajo, mudanzas, etc.... ¡Qué le vamos a hacer! Soy un chico sencillo... (para algunas cosas, je je je).

domingo, 12 de octubre de 2008

Dedicatoria especial

Mañana, un amigo (F.) va a tener un día un poco especial y difícil. No. No temáis. No se muere ni se casa.

Simplemente va a cambiar de oficina de trabajo dentro de su empresa. El pobre es un poco sentimental y le coge cariño a los sitios en los que está. Mañana será su último día en Moratalaz, para irse a la zona de Mar de Cristal (¡qué lejos te vas!).

Pero dicen que los cambios suelen ser para mejor, sobre todo si han sido elección de uno mismo. Vas a un sitio mejor y con mejores perspectivas de todo (incluso de perderme un poco más de vista, je je je...).

Así qué, mañana con mucha tranquilidad y como suelen decir por estas tierras: ¡Valor y al toro! Aunque tú, siendo bilbaino, perseguirás al toro y será él que te tema...

Suerte en tu nueva andadura. Aquí va una dedicatoria especial.

Circo público

Y nunca mejor dicho. El viernes me quedé con la intriga. Me explico.

Venía en el metro con R., que acababa de enseñarme su nuevo y flamante pisito en alquiler (por cierto, dos cosas: "peazo" piso, me ha gustado muuuuucho; por otro lado, enhorabuena oficial por tu nuevo paso en tu vida, que te salga bien y que seais muy felices). Después de ver su nuevo hogar, era hora de ir a hacer cada uno nuestros recados y nuestras cosas. Así que cogimos el metro, yendo los dos en la misma dirección.

El caso es que una parada antes de tener que hacer transbordo, se planta un personaje de lo más variopinto en medio del vagón. Pantuflas, pantalones holgados, una corbata chillona, tirantes, un maletín viejo que llevaba consigo a todas partes... Vamos, un cuadro. Y encima tenía una bola de gomaespuma roja en la nariz. Todo esto sería muy raro, si no fuera por el hecho de que se trataba de un payaso. O mejor dicho, una payasa (porque era mujer).

El caso está en que me sorprendió que, viendo la que nos venía encima (iba a hacer alguna especie de broma o actuación), todos sólo mirabamos de reojo. O más bien queríamos mirar hacia otro lado. La cuestión, como procede en cosas de este estilo, es evitar a toda costa mirar a la otra persona, temiendo que te pudiera morder, asaltar, decir algo, etc. Actúas como cuando estás en un ascensor y no conoces a la otra persona. Miras al suelo, al techo, miras el reloj, te quedas fijando en el cuadro de mandos de la cabina, etc. (nos suena a todos, ¿verdad?). Pues aquí, igual. Ahora, reconozco que yo era el primero al que le daba cierto reparo observar a esta persona.

Y sin embargo, esta persona quería que nos fijaramos en ella. Desde luego, comenzó saludando en voz alta a todo el mundo y nos vimos "forzados" a contestar. Con un hecho tan simple y cotidiano (¿cuántas veces al día haremos nosotros lo mismo?), se rompió el hielo (por lo menos conmigo) y ya sentía que no pasaba nada si miraba todo el rato (que es lo que quería conseguir la payasa). De esta forma, comenzó su espectáculo. Ella quería explicar que estaba haciendo un cursillo a distancia, del cual estaba comenzando y que no dominaba nada bien, en el cual se le exigían unas prácticas no remuneradas, pero obligatorias, en las cuales tenía que hacer un número. Este pequeño relato se extendió un poco más de lo debido, porque ella, respetuosamente, todo hay que decirlo, se calló para dejar hablar al de la megafonía grabada que anuncia la siguiente parada con sus correspondencias con otras líneas. La cosa empezaba a calentarse...

El caso es que su "práctica" iba a consistir en la doma de un león. Y por león, me voy a explicar. Aparece del otro extremo del vagón, un "animalito" con mallas de colores chillones (verdes, amarillos y rosas fosforitos, entre otros muchos colores), un top igualmente de colorido y de chirriante, unas rastas tipo Lenny Kravitz en sus días mozos (es decir, para el que no lo conozca, su pelo recogido en en trenzas compactas, dejando que sólo tenga 20 o 30 trenzas como peinado) y, como no, la bola roja de gomaespuma en la nariz. Cabe decir que un león, no es así. Por lo menos, los que enseñan en los documentales de la 2 tienen otra pinta. Pero a este le cogías un cariño inmediato (por lo menos en mi caso). Pues mientras la primera payasa cogía un aro, la "leona" se ponía a rugir y a mover sus "melenas" a modo de demostrar su frenesí salvaje y la necesidad de doma.
Y ahora viene la peor parte. Que llegué a mi parada. No sé lo qué pasó a continuación. Podría haber continuado no sé cuántas paradas más hasta que hubiera terminado el espectáculo, pero igual habría llegado hasta Aluche (es que iba en la línea 5 de metro). Pero como suele pasar en los días actuales, el tiempo es oro y tuve que renunciar a echarme unas risas y seguir con mis quehaceres (es que yo me animo a reir en cuanto puedo). La payasa "principal" se me quedó mirando y me preguntó que adónde iba. Que me iba a perder lo mejor. "Lamentablemente, me bajo aquí" le contesté. Y con esa intriga de cómo seguiría esa doma espectacular, seguí mi camino.

P.S.: La verdad es que quiero reconocer sinceramente a todas las personas que se dedican profesionalmente o en su tiempo libre a hacer reir a las personas. En un mundo donde parece que lo que nos domina son las desgracias, los sucesos trágicos y demás eventos malignos, siempre se agradece que una persona trate de ponerte una sonrisa en la cara. Ahí va mi felicitación a todos ellos.

P.D.: R., me tienes que contar cómo terminó todo esto...

jueves, 9 de octubre de 2008

Adiós guiri, hasta la próxima

Hoy no es un buen día. Y no porque estemos en crisis, sino porque un muy buen amigo mío se ha vuelto de su visita relámpago a España otra vez para Alemania.

No lo voy a negar. Me pone triste. Y lo "grave" no es que se haya vuelto (lleva allí no sé cuántos años ya), sino que en esta ocasión no nos hemos podido ver. Las circunstancias no han permitido que compartamos un ratito juntos para vernos, charlar, reirnos y pasarlo bien.

Hay veces, en las que no disponer de alguien o de algo, te hace sentir lo mucho que lo aprecias y lo echas de menos. En este caso con M, mi amigo, esta sensación se acentúa cada vez más con el paso del tiempo.

Nuestra relación viene de muy lejos. Del colegio y el instituto. Y todavía dura. Y espero que dure aún muchísimo más. Cada vez que hablamos, nos escribimos o nos vemos, el tiempo pasa volando. Nos contamos tantas cosas, nos lo pasamos tan bien, compartimos tanto, que siempre que termina nuestra visita, te quedas con ganas de más. Parece que todavía hay tantas cosas que contarse, enseñar, hablar, etc. Tienes ganas de que vuelva M. de visita o que yo me pueda escapar para Alemania y verle (pero no siempre es posible).

Quizá toda esta sensación se acentúe por la falta de posibilidad de verse continuamente. Esto hace que los encuentros entre nosotros se conviertan siempre en algo especial. No nos andamos con rodeos y vamos directamente al grano. No nos andamos con chiquitas y hablamos directamente de las cosas que nos pide el cuerpo, que nos apetece o que simplemente surgen. Pueden ser temas personales y trascendentales (familia, parejas, personal) o bien chorradas integrales que permiten que te rías sin parar durante un buen rato. Pero nunca da la sensación de pérdida de tiempo en ningún caso. Cuando estás en el momento, sabes que pasará bastante tiempo hasta la próxima vez, así que tratas de aprovechar el tiempo al máximo.

Lamentablemente esta vez no pudo ser y nuestra próxima reunión queda emplazada seguramente para navidades (aunque esto no esté decidido definitivamente). Lo que tengo seguro, es que ya tengo muchas ganas de que lleguen esas fechas y poder cuadrar los horarios para poder pasar ese tiempo que nos ha faltado en esta ocasión.

En cualquier caso, M., te deseo buen viaje y una buena reentrada a tu casa.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Alucinaciones

La verdad es que llevo dos días alucinando. Y es que no me termino de creer dos cosas que me han pasado.

La primera. Creo haber comentado recientemente que mi móvil se ha estropeado. Estuve "rajando" un poco sobre lo consumistas que nos hemos vuelto, cómo antes podíamos vivir sin móvil, etc. Pues hombre. Vivíamos sin móvil, pero teníamos cabinas de teléfono en la calle. Claro, si ya sé que Telefónica las ha ido retirando para que nosotros vayamos llamando más por el móvil y gastemos más dinero. Pero, ¿y qué ocurre con aquellos "desgraciados" como yo que no podemos disponer de móvil por unos días?

Vamos, resulta que ayer estuve trabajando en Madrid hasta por la tarde. Mi chica ya estaba en casa, pero como no somos marquesitos, pues sólo tenemos un coche para movernos de un sitio para otro. La estación de tren está lejos de casa, con lo que necesitamos el coche para desplazarnos de un sitio para otro. Como mi trabajo por Madrid no es fijo y dependo un poco de la gente con la que trabajo (a veces me enredan más, otras menos, etc.), yo no podía decir con certeza por la mañana a mi chica a qué hora iba a llegar a Galapagar para que me fuera a recoger (cómo han cambiado los tiempos... ¡las chicas recogen a los chicos! ¡Viva la igualdad!). Pues, ingenuo de mi, pensé que quizá pudiera avisar un poco antes de ir en dirección a Nuevos Ministerios para coger el tren, calculando más o menos a qué hora llegaría.

Pues no había teléfonos cerca de la boca de metro donde me metí (Sainz de Baranda), ni dentro del metro (que antaño había cerca de los tornos alguna que otra cabina), ni en la propia estación de Cercanías de Nuevos Ministerios... Es decir, yo cogí el tren y me planteé la duda si bajarme en Chamartín, dejar pasar el tren que había cogido, buscar una cabina y avisar de mi hora de llegada (porque sino me plantaba en Galapagar, igual tampoco había cabina allí y tengo que andar 40 minutos a casa [¡y ese día estaba lloviendo!]). Pues así que lo hice. ¡No había cabinas en Chamartín! Tuve que irme a un locutorio que estaba en la última esquina de la estación para poder avisar a casa (y encima tuve que esperar 3 minutos, porque la dueña había cerrado para fumarse un cigarrillo). Supongo que lo que debería hacer a partir de ahora es llevar dos móviles. Uno de repuesto del principal, por si se me estropea y no me pueda quedar sin avisar (por si acaso). O la otra opción es llevar un sistema de tambores portátiles para enviar mensajes, tal que si estuviéramos en la África profunda (¡ojo! Que con ese sistema, no habría problemas que si las ondas de los móviles provocan cáncer y tal...).

La segunda alucinación fue el mismo día. Llego a casa y mi novia me dice que nos han dejado una nota escrita a mano en el parabrisas del coche. Me explico. Por las mañanas, ambos cogemos el coche, nos vamos a la estación de tren, dejamos aparcado el coche en dos plazas de garaje nuestras cercanas a la estación, y nos vamos a Madrid. Antaño, esas plazas eran (bueno, y siguen siendo) de mi padre, y como hace años que ya no vive aquí, pues nadie aparcaba en el garaje.

Así que, en la nota pone escrito a mano en una hoja de folio partida por la mitad lo que sigue: "Sr. Rock Your World (evidentemente ponía mis dos apellidos y no este nombre friki que me he inventado). Estas plazas de aparcamiento no le corresponden. Rogamos despeje la zona lo antes posible. La Comunidad".

No salgo de mi asombro. ¿Quién sabe mis apellidos por el mero hecho de aparcar el coche ahí, cuando yo no le he dado mis datos a nadie? Ante tal situación, lo primero que se me ocurre es preguntar al conserje que anda por la zona (el garaje está situado dentro de una mancomunidad de casas) si ha sido él quién me ha dejado esa nota. Éste me mira con cara de no saber de qué va la vaina. "Yo no he sido", obtengo como respuesta. "Además, esta hoja viene firmada como de la Comunidad, pero no viene con ningún sello, ningún membrete, ni nada. Yo creo que ha sido el señor de la furgoneta que aparca junto a sus plazas". Más alucinado me quedo. O sea, esto tiene pinta de ser un particular que se mete en sitios que no le incumben demasiado.

Desde luego, lo primero que pretendo hacer es llamar al administrador del garaje y notificarle, para que en el futuro no haya más conflictos, que yo, el hijo del titular de las plazas, voy a utilizarlas, aparcando mi coche modelo x con matrícula y. Y luego voy a dejarle una nota al tío listillo de la furgoneta de al lado, preguntándole si ha sido él el que me ha dejado la nota, presuponiendo que esas no son mis plazas.

Digo yo. Si esas plazas son de mi padre, han estado vacías y ahora las ocupo yo, ¿qué problema tendrá este señor con ello? ¿Por qué parte de la base qué él tiene razón y esas plazas las estoy ocupando "ilegalmente"? Y no es que al garaje se pueda entrar libremente. Necesitas un mando para abrir la puerta de paso de vehículos, así como una llave normal para utilizar la puerta peatonal. Supongo que esas las he pirateado, claro. Además, en vez de dejar una nota preguntando si soy el nuevo dueño o algo por el estilo, el tío investiga mi nombre con el número de matrícula de mi coche, para dejar una nota en nombre de la comunidad... De verdad, que cuantas más vueltas le doy, menos entiendo esto. Por cierto, él tiene una furgoneta tan amplia y la aparca tan poco ajustada a su columna, que me invade un poco una de mis plazas, así que el que tendría motivo de queja...

Desde luego, hay veces que no comprendo las cosas...

jueves, 2 de octubre de 2008

Primeras vivencias

Resulta que doy tanto la "murga" con que voy a tener perrita, que si me voy a Valencia por ella, y ahora que la tengo, no cuento nada. Es la cosita más linda del mundo. Tiene tanto pellejito, el pelo tan suave, los ojos tan tristones, que dan ganas de comérsela (tranquilos, que hay suficiente comida en casa).

Estos días me he quedado en casa por las mañanas, porque tenía mucho trabajo atrasado. Así que he matado dos pájaros de un tiro. Estaba currando y por otro lado no dejaba a la perrita sola, que menudo cambio ha tenido de estar con su madre y hermano en un pueblo, a estar sola en Galapagar. Aunque mañana es la primera vez que se queda sola toda la mañana (algún día tenía que ser).

La verdad es que es muy buena, si no consideramos que es una meona campeona. La llevamos a la veterinaria el otro día y nos dijo que le parece que finalmente es mezcla de setter irlandes con pointer... Veamos, aclaremos el por qué de la narración de esta anécdota.

La madre de la cachorra es mezcla de setter inglés con setter irlandés. Pero nadie sabía de qué perro del pueblo se había quedado preñada (vamos, que la perra se fue de juerga y le pasó aquello de los que nos advierten a nosotros si no llevamos condón). Había varias opciones: desde otro setter que había (el propio hermano de la madre), hasta dogo alemán, pasando por pointer, etc. Cuando la perra parió, salieron los cachorros más variopintos que podía haber, haciéndonos temer lo peor. Que el padre era un monstruo de perro (un dogo llamado Zambombo [... es que con ese nombre, ¡cómo va a ser guapo!]) y que, por lo tanto, la cachorra nos iba a salir fea... Nosotros deseábamos que fuera como la madre. Setter, pelirroja y muy muy dócil y obediente. Pues el veterinario nos sacó de dudas, y nosotros la mar de contentos. Porque si es pointer, el padre es también muy noble, bueno y guapo... Claro, si es que así nos ha salido la perrita.

Pues el problema está ahora en conseguir que la perra entienda pronto donde tiene que hacer pis y caca, además de no ser perrita faldera, porque menudos dos primeros días nos montó cuando la dejábamos un ratito sola en una habitación (lloros, aullidos, golpes en la puerta cerrada, etc.).

Pero parece ser que poco a poco lo estamos consiguiendo. Llora cada vez menos cuando la dejamos sola, no la hacemos caso cuando llora a nuestro lado para llamar la atención (debe acostumbrarse a que jugará cuando nosotros queramos, etc.), suele hacer pis cada vez que la sacamos al jardín (nos ha fastidiado, si es que cada hora estamos llevándola al jardín para entrenarla en ello), etc. Desde luego, toda una experiencia esta de tener perra por primera vez en tu vida. Ahora, es impagable la sensación de alegría, ver cómo el perro te reconoce cuando entras en la habitación o apareces en el jardín y que venga corriendo, queriendo saludarte, jugar, etc.

Pero una cosa sí que no se le va a pasar por mucho que la entremos ahora. Mordernos. ¡Qué jodía la tía! Evidentemente está jugando, pero los "bocaos" que nos mete son de órdago. Desde luego, parece que quiere meterse el puño entero en la boca cada vez que nos agarra. Pero bendito sea que quiera jugar, que se encuentre a gusto con nosotros y que sea tan buena (todavía no ha destrozado absolutamente nada).

Para el que no se lo crea, aquí están las pruebas de todo lo que he contado. Por cierto, se llama Rotja (en honor a su madre, que es pelirroja, y a ella que ha salido oscurita). Esto quiere decir roja en valenciano.

miércoles, 1 de octubre de 2008

¿En qué tiempos vivimos?

Quede dicho por delante que reconozco ser un consumista. De hecho, me gusta serlo por momentos. Sé que no queda políticamente correcto decirlo, pero es que es así. Siempre me cuesta tiempo y esfuerzo ganar dinero. ¿Por qué no me lo iba a gastar en cosas que me gusten y que pueda disfrutar?

Hay una muy fina línea entre lo que prudencialmente se debe gastar y lo que debe de ahorrarse. Siempre es prudente, aconsejable y preferible tener algo de ahorros en el banco para posibles imprevistos y para momentos peores (y no me refiero sólo a crisis económica). ¿Pero qué pasa si el próximo día tienes un accidente y te mueres? A ver, creo que no soy pesimista en líneas generales, pero eso puede pasar. De hecho te puedes ir de este mundo en cualquier momento. Y entonces, ¿de qué te sirve todo el dinero ahorrado? ¿Por qué pasar sacrificios de no poder autoregalarte placeres por algo que te ha costado conseguir?

Evidentemente digo esto y luego soy el que mira la "pela" (bueno, el euro, céntimo o el equivalente de la expresión de antaño). Pero también soy una persona que le gusta gastarse muchííííííííísimo dinero en sus hobbies (música, cómics, videojuegos, aparatos electrónicos, etc.). Quizá gaste demasiado (bueno, seguramente gaste demasiado). Pero también tengo la certeza de que calculo mis ganancias y compenso dichos gastos con otras cosas (no me gasto mucho en ropa, libros, etc.).

Menudo chorreo estoy soltando sin ir al grano. A lo que voy. Todo esto me viene, porque se me ha estropeado el móvil. Hoy, por la razón que sea, ha decidido que ya no quiere funcionar más. Es un móvil bastante nuevo y que no lo he "cascado" mucho, pero ya se sabe que hoy en día, las cosas duran poco para que tengas que comprar pronto otra vez.

Con esto me he dado cuenta de las necesidades que nos han creado en la sociedad hoy en día. Antes vivíamos perfectamente sin móvil. Eras capaz de quedar con gente y encontrarte, sin necesidad de avisar con 4 SMS previos de que ya estás en camino, que llegas tarde, que vas por aquí... También ibas por la calle sin la urgencia de pensar que quieres y tienes que hablar con alguien en ese preciso momento... ¿Pero ahora? La sensación es que nadie me va a localizar durante estos días hasta que solucione el problema. Parece que me estoy perdiendo no sé cuántas llamadas diarias por no tener operativo el teléfono (luego me llaman dos gatos cada 15 días, pero la sensación está ahí). Pero, sin embargo, me ilusiona cuando consigo o compro un móvil nuevo. No me disgusta del todo pensar que seguramente tenga que renovar el teléfono (evidentemente me da cierta rabia pensar que tengo que gastar un dinero en algo que hasta ayer me funcionaba perfectamente). ¿Qué me pasa entonces?

Creo que la conclusión que saco es que nos han convertido en unos consumidores empedernidos (a mi, el primero) y que, aunque tenga la sensación de que me gusta y que lo controlo, es un problema que me no puedo, no quiero o me da pereza solucionar. No creo sano tener tantas cosas, ni sentir que debes de llevarte algo a casa cada vez que vas a alguna tienda (a ver, no voy de tiendas todos los días, ni siempre compro algo, pero si acabas gastando algo siempre que vas). Creo que debería revisar todo lo que siento y replantearme ciertas cosas. En el fondo saldría ganando, seguro.

Desde luego, en momentos así, siempre pienso en una frase que decía (y sigue diciendo, pero en menor medida) mi hermano y que tiene bastante razón (por lo menos para mi): En el paleolítico, no tenían nada de lo que hay hoy en día, y los tíos vivían felices de narices. ¿Por qué tenemos que ser tan distintos ahora y tenerlo todo? Desde luego no somos más felices por ello.

martes, 30 de septiembre de 2008

Más memorias de un alemán

Últimamente me ha dado por escuchar algo que hacía muuuuuuuchos años que no oía. Historias radiofónicas...

A ver, me explico. En Alemania se llevaba mucho (ahora mismo ya no sé si está tan de moda) tener cintas de música, donde te contaban historias. Podían ser de muchos tipos: cuentos, historias de libros adaptadas a formato radiofónico, etc. A mi me gustaba mucho una que se llamaba "Die drei ???". Se basaba en libros de Alfred Hitchcock, donde 3 chavales de una ciudad de Estados Unidos (Rocky Beach) hacían de detectives y resolvían los casos más insólitos que pudiese haber. Creo que en la versión española de los libros se llamaban "Los 3 detectives" o algo por el estilo.

Realmente me apasionaba ponerme en mi radiocassette viejo, mientras jugaba en mi habitación a cualquier cosa (clips, Lego, Tente, etc.), y escuchar (siempre con el cierto riesgo de que el aparato se "comiera" la cinta y ésta se enredara de tal manera que la cinta casi fuera a la basura). Eran historias siempre divertidas, a veces apasionantes, otras veces de miedo y siempre con intriga. Recuerdo que siempre que terminaba la cinta, le daba inmediatamente la vuelta y volvía a ponerla desde el principio.

También recuerdo tener la colección completa en cinta (completa, por lo menos en aquel momento) y mostrarla en mi pequeña estantería del momento. Eso sí, siempre perfectamente ordenada del 1 al 42 (que son los números que había entonces). Es cierto que me gustaban más unas historias que otras, pero si salía a la venta alguna aventura nueva, ahí estaba yo para conseguirla.

Algunos amigos míos alemanes saben perfectamente de qué estoy hablando, pero para gente de España puede resultar extraño. Tengo entendido que en otras épocas (yo no había nacido), se ponían seriales en la radio. Supongo que eso debía ser muy parecido a lo que yo me refiero. En estas historias hay unos actores que hacen las voces principales y que siempre repiten (bueno, siempre que repita el personaje en la historia). Luego están actores diferentes para los diferentes personajes : la persona que tiene el problema y busca ayuda de los detectives, el comisario de policía que echa una mano a los protagonistas, el malo (de ese, no te enterabas que era el malo hasta el final), etc. Acompañado siempre de música entre escenas y efectos de sonido muy acertados (ruido de coches si están en la calle, sonido de puertas cuando salen y entran en los sitios, etc.), la atmósfera creada siempre conseguía cautivarme. Me parecía algo casi mágico.

Ahora han pasado muchísimos años desde aquello. Pero hace tiempo que me picó la curiosidad comprobar si en internet circulaban estas historias (las cintas se me fueron rompiendo, deteriorando, etc.) o si aquello ya había pasado al ostracismo (y yo me había hecho muuuuuuuuuy viejo). Para mi sorpresa, ya que llevaba bastantes años desconectado de aquello, habían llegado a publicar 120 historias. Es decir, con todo lo que yo tenía en su momento, resulta que sólo conocía una tercera parte de todo lo que se ha hecho (y parece que siguen sacando más y más).

Gracias a internet he podido conseguir todas las historias. Ahora ya soy bastante más mayor, pero he vuelto a empezar a escuchar estas historias (mientras trabajo en casa, en algún momento en el tren, etc.). Evidentemente las sensaciones de ahora cuando las oiga son muy distintas a aquellas de entonces. Ahora ya no juego mientras escucho, sino que estoy trabajando (menos mal, porque sino mala cosa). No escucho una historia y la vuelvo a poner una tras otra tras otra, etc. Pero creo que sigue teniendo algo de mágico, algo que me gusta y algo que me relaja al escucharlo. Además (evidentemente) es una forma más de poder escuchar alemán en un entorno, donde prácticamente solo hablo alemán con mi madre (bueno, hay más veces, pero no de forma muy regular). Y eso se agradece.

Mis historias favoritas (teniendo en cuenta que todavía no he oído la mitad de todo lo que hay):

- Die drei ??? und der unheimliche Drache

- Die drei ??? und das Gespensterschloss

- Die drei ??? und der rasende Löwe


- Die drei ??? und die bedrohte Ranch

- Die drei ??? und der Doppelgänger

lunes, 29 de septiembre de 2008

Edad de plenitud

Pues sí, esa es la edad que estoy viviendo ahora...

Estrés del trabajo, cantidad de cosas que hacer con la mudanza, obras de casa pendientes, medio enfermo de estómago, falta de tiempo para todo, etc. Vamos, todo lo que uno puede vivir por esta época de su vida, me está tocando. Y me está tocando de lleno.

Dicen que las cosas van por rachas. Yo espero que esto sea una racha mala, aunque de alguna manera lo dudo, porque, a pesar del agobio lógico, no estoy deprimido, ni nada por el estilo, pero como esto sea una racha buena, ¿qué me esperará con la mala venidera?

Ayer volví de mi viaje relámpago a Valencia, trayendo en mi equipaje de mano a la cachorrita más mona que se puede tener. Aunque no quiero dar detalles ñoños sobre mi nueva mascota (porque caería en los tópicos de todo el mundo y ya sabríais todos lo que iba a decir, ¿no?), sí contaros que hoy, en un solo día, he fregado el suelo más veces que en muchos años juntos (y no es por dármelas de moderno o cualquier otro calificativo que haya ahora para aquellos que compartan las tareas de casa por igual con sus novias, parejas, mujeres, etc., pero ¡mira que he fregado veces!). Ahora toca la ardua tarea de ir de enseñanza sobre dónde puede mear la perra, dónde puede ir, etc. Reconozco que por un lado tengo gran parte de culpa en haberme buscado esta fuente de "estrés" (porque ahora mismo no necesito estar pendiente de una perrita, sino solucionar otros tantos millones de cosas), pero es que estar tumbado en mi despacho semi-vacío con la perrita al lado y jugueteando, me hace feliz. He cumplido un sueño vital... Y eso justifica mucho, ¿verdad?

viernes, 26 de septiembre de 2008

Guau guau

Ya estoy en Valencia. Ya queda menos para encontrarme con el nuevo "miembro" de la familia (o según diría la ministra de igualdad, miembra porque es hembra). Rogeta (leído Rocheta, porque tendrá nombre valenciano, gracias a la influencia de mi chica), la perrita más linda del mundo (aunque eso dirán todos de sus perros respectivos).

Ha sido un viaje largo y pesado, porque aunque he estado escuchando los mixes de música que comentaba en el otro blog, tres horas y media sólo en el coche es un poco petardo. Pero por fin he llegado. Mañana es sábado, y aunque tendré que trabajar un poco desde el portátil, también podré desconectar un rato. Aunque no sé cómo matar el tiempo hasta el domingo al mediodía. ¡Tengo tantas ganas de verla! La tuve en mi mano el primer día de su vida (cabía prácticamente en la la palma). Tenía los ojos cerrados y emitía sonidos agudos que querían semejarse a aullidos porque extrañaba la ausencia de contacto con su madre. Cuando te la acercabas al pelo (sería que sentía algo parecido al pelaje de la madre), se quedaba más tranquila. Desde entonces (una experiencia única para mi en esta vida) ha pasado 1 mes y la única información puntual que he recibido de ella es alguna foto de móvil, y sobre todo, relatos sobre cómo juega en el jardín con su hermanito, cómo come del cuenco, cómo se asoma de la caseta... Os puedo decir que se me caía la baba de las cosas bonitas que me decían de ella.

Seguramente a los pocos días me estaré acordando de todas esas cosas y pensaré que en menudo lío me he metido, sobre todo cuando vea varias meadas en el suelo y más de una cagarruta, al llegar a casa desde el trabajo... Pero en esta aventura me he querido embarcar voluntariamente y lo hago con una grandísima ilusión. El tiempo dirá si me he equivocado.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Ser friki o no ser friki, he aquí la cuestión

Es verdad que los tiempos parecen cambiar. Ahora las cosas son distintas, aunque todavía no se pueden comparar con las situaciones que hay en otros países del mundo... Pero todo llegará. Sí señor, y sino, me da igual, porque a mi siempre me gustarán los cómics.


Hay una sensación generalizada de que los cómics deberían ser leídos únicamente por niños y que estos sólo van dirigidos a ellos. ¡Craso error! De hecho, todavía hay mucha gente que te mira raro si les dices que te gustan los cómics y resulta que ya tienes pelo en el pecho. ¡Prejuiciosos!


Yo he sido amante de los cómics de siempre (o casi casi). Es verdad que al principio, mis padres me compraban aquellas cosas que podían leer niños pequeños, como por ejemplo Mortadelo y Filemón, Superlópez, Zipi y Zape, Rompetechos, 13 Rue del Percebe, etc. Eran, y lo siguen siendo, la mar de divertidos. Recuero las muchísimas carcajadas que me he echado leyendo dichos tebeos. Ibáñez me parece un maestro en la comedia, reflejando situaciones del momento de España y dándoles un toque de humor inteligente. Para mi, algunos títulos inolvidables de aquella época (y de la época actual) son "El gang del Chicharrón" (Mortadelo y Filemón) o "La caja de Pandora" (Superlópez).


Luego fui extendiendo mi gusto a cosas más internacionales, gracias también a mi parte alemana, como por ejemplo Astérix (allí se leía un montón), Lucky Luke, etc. Soñaba con hacer colecciones de cascos de romano como Obélix o de montar a caballo por el Oeste y cazar a los bandidos en pleno saqueo de un banco. Releía una y otra vez cada tomo y trataba de dibujar ciertos personajes en folios. Recomiendo fieramente "Astérix y los normandos".


Pero cada vez que me hacía mayor, el cuerpo me pedía cosas un poco más exigentes y elaboradas (eso no quita que siga disfrutando actualmente, y mucho, de los cómics que he mencionado antes), y aunque no sea nada comparable a Proust o Goethe, pero Tintín era una bomba de relojería. Con sus aventuras se me permitía explorar mundo (El templo del sol o Tintín en América), compartir eventos fantásticos bajo el mar (El tesoro de Rackham el Rojo) o en el cielo (Tintín en la luna). Milú me pareció una maravilla de perro y el capitán Haddock, el fanfarrón más gracioso de cuántos había leido hasta el momento. Siempre me ha gustado, sobre todos los demás, "Tintín en el Tíbet", así como "Objetivo: La luna". Todavía hoy me enganchan de tal manera que, una vez empezados, no puedo soltar el tomo hasta terminarlo.


Han ido pasando los años y sigo disfrutando y devorando cómics, uno detrás de otro. De hecho, creo que empiezo a tener una colección bastante maja y pintoresca de cómics y pienso seguir ampliándola. Me da igual leer acerca de superhéroes (el Civil War de Marvel me parece prodigioso o Daredevil de Frank Miller), como historias basadas en la realidad (Desde el infierno de Alan Moore o Torso de Brian Michael Bendis), pasando por historias de ficción totales como Bone (divertido y nada que envidiar al Señor de los Anillos) y terminando con tiras cómicas de periódicos (Mafalda, recopilatorios de The New Yorker)... Todos ellos me han hecho disfrutar en mayor o menor medida, y siempre me han aportado algo. Guionistas como Garth Ennis, Ben Templesmith, Mark Millar, David Lapham son sencillamente increíbles, aunque en la cima de mis preferidos (casi) siempre estarán Alan Moore (viva "Watchmen", La cosa del pantano, V de Vendetta, etc.), Neil Gaiman (Sandman es impresionante) o Frank Miller (300, Sin City, Ronin, Martha Washington Goes To War).


Lógicamente me dejo montones de cómics sin mencionar. Tampoco creo que sea necesario, aunque sí quiero decir que todavía hoy, muchos cómics más naïf y "simplones" me dejan impresionados con su humor, que parece nunca estar desfasado, como por ejemplo Boule & Bill de Robá, Calvin y Hobbes de Bill Waterson, Mafalda de Quino, etc. Parece que por ellos no pasa el tiempo.


Ahora, ¿por qué, después de tanto tiempo con esta afición, no se me termina de quitar la sensación de que para mucha gente soy un friki? Desde luego, después de pensarlo muchas veces, a casi la única conclusión que llego es que aquellas personas que nos juzgan así (y digo nos, refiriéndome al colectivo de lectores de cómics) es porque no han leído las novelas gráficas o cómics que han pasado por mis manos. Que cojan ese V de Vendetta original o Desde el infierno de Alan Moore, o Maus de Art Spiegelman, o quizá Contrato con Dios de Will Eisner, lo lean y luego me digan. ¿Esos cómics son para niños? ¿Los adultos no pueden apreciar las historias si es con ilustraciones? Si desde luego, leyendo eso, soy un friki, bendito sea ser friki.


Venía leyendo un cómic en el tren. Era un ensayo sobre cómics. Es un poco difícil de explicar, pero trata de explicar en formato de cómic, las formas de escribir, de interpretar y de comprender el cómic. Me parece prodigioso. Es algo que a cualquiera que tenga un mínimo de curiosidad por el género, debería leer. Por cierto, se llama "Entender el cómic" de Scott McCloud.
Desde luego, me da igual lo que la gente piense. Yo seguiré disfrutando de mi afición y seguiré defendiendo, que los cómics pueden ser algo más que una simple ilustración para niños.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Tiempo, ¿quién lo tuviera?

Noto que no doy abasto. Tengo tantas cosas que hacer. Y sin embargo pasa el tiempo, y parece que no he terminado nada, que todo sigue pendiente y que encima tengo más cosas acumuladas... Desde luego, en ocasiones dan ganas de tener días de 28 horas, aunque supongo que con el ritmo que lleva uno encima, eso supondría estar cuatro horas más currando, en lugar de hacer cosas de provecho y necesarias. Y eso tampoco es necesario, por lo que dejaremos los días tal como están ahora.

El caso es que tengo una carga de trabajo elevada últimamente que me tiene un pelín agobiado. Bueno, no me voy a quejar, porque tengo la suerte de poder dosificarmela como yo quiera (es lo que tiene ser tu propio jefe, aunque con sus límites), además de poder trabajar, que parece ser que los tiempos achuchan un poco más de lo que nos gustaría a todos (resulta que hay que agradecer el poder trabajar...).

Pero resulta que todavía tengo muchas cosas que hacer con la mudanza a Galapagar. Siempre hago cosas, pero a medida que me encargo de ellas, salen surgiendo cosas nuevas. Esto es una locura.

Luego están las reformas que le hacen falta a la casa. Que si una mano de pintura, que si hay que cambiar la caldera de agua caliente y calefacción, que si las persianas están rotas, que si el telefonillo está estropeado, que si hay humedades en el comedor, etc. Bueno, que conste que la casa no está nada mal (a ver si vais a pensar que esto es un desastre, como le pasaba a Tom Hanks en "Esta casa es una ruina" [por cierto, comedia muy muy muy recomendable), pero como a casi todos los sitios a los que uno se muda, necesita unos retoques. Pero no deja de ponerte de los nervios que llames al cerrajero y éste no venga, esté pedido el pintor, pero no te deje el presupuesto, etc. ¿Os hacéis a la idea?

Pues, con todo esto, se me ocurre hacer un blog paralelo a este. Si es que estoy como una regadera, pero ya lo avisé en su momento (lo del blog, no que esté como una regadera). Ahora lo he convertido en realidad. Voy a hacer un blog que hable sólo sobre música. Seguramente decepcionará a mucha gente, porque hablaré del tipo de música que me gusta a mi (y no me gusta precisamente lo que a la amplia mayoría), pero a quien le pique un poco la curiosidad sobre mis gustos y mis descubrimientos musicales, que se vaya a "Música hasta en la sopa" y pase un rato por mis entradas. Quizá después de leerme me pongais verde por mis gustos o quizá alguien encuentre algo interesante y pueda transmitiros mis "conocimientos" musicales (algo que dejo en herencia en este mundo). Pero con la opción con la que os quedéis, eso ya os lo dejo a vosotros.

Y como el tiempo apremia, me voy ya...

domingo, 21 de septiembre de 2008

Recuerdos de infancia de un alemán

Los domingos son raros. Por lo menos para mí. No me gustan. Generalmente, porque implican que se ha acabado el descanso y el tiempo para hacer aquellas cosas que uno quiere. Significa que mañana hay que trabajar...

Pero esta mañana ha sido distinto. Me ha gustado despertarme. Es cierto que me he hecho el remolón en la cama un rato, pero una vez levantado, me he sentido feliz. Afuera hacía un día bastante malo. El cielo estaba encapotado, el cielo amenazaba con lluvia (quizá tormenta), soplaba mucho el viento... Al poco tiempo empezó a llover. Cualquiera podría decir que hacía un día de perros, pero no para mi. Con la llegada de la lluvia, mi gozo fue completo.

Ahí estaba yo, en el salón, mirando por la cristalera al jardín, viendo como caían chuzos de punta, y yo calentito dentro de casa. Estaba en la gloria. A mi me relaja oir como cae el agua, notar el frescor que viene con la lluvia, comprobar que cesan los ruidos cotidianos molestos como los coches, sirenas, etc. Me retrotrae a mi infancia, cuando estaba de vacaciones en Alemania en casa de mi abuela. Ella vivía en una pequeña ciudad cerca de un bosque en el sur de Alemania. Allí es muy habitual que llueva en cualquier momento. De hecho, tan pronto puede caer una cortina de agua, como después sale rápidamente el sol...

Recuerdo con mucha nostalgia y mucho cariño estar en el salón de casa de mi abuela, siendo yo pequeño, jugando a cualquier cosa (con piezas Lego, los clips de Playmobil o con cualquier coche, peluche, etc. que tuviera a mano en ese momento) mientras las tormentas tronaban en el exterior y la lluvia pegaba con furia contra las ventanas. Sin embargo, a mi no me parecía importar, ya que jugaba ajeno a todo aquello. Estaba sumido en las fantasías del juego. Aparte de la magia intrínseca que acompaña al juego infantil, yo me sentía arropado por el calor de la pequeña chimenea que había y del olor a comida y dulces que provenían de la cocina. Mi abuela siempre preparaba ella misma tartas de muchos tipos, mermeladas, etc. Ese olor estaba interiorizado en la casa. Es lo primero que notaba cuando volvía a entrar en casa después de un año fuera. Casí diría que era una esencia que asocia a mi abuela como persona. Notar ese olor, me hacía sentir acompañado, querido y seguro. Y en días de lluvia y tormenta, ese olor parecía acentuarse aun más.

Ahora todo es distinto. Ya no soy pequeño, ya no experimento esa magia que se siente de niño cuando se estaba jugando... Tampoco puedo volver a ese entorno, puesto que mi abuela hace muchos años que ya no está aquí y esa casa estará siendo ocupada por una familia desconocida, la cual habrá creado un entorno propio y distinto al que yo conocía. Apenas tengo ocasión de ir a Alemania y me paso casi todo mi tiempo en España.

Pero, cuando en días como hoy, llueve con esas características (aunque nunca he vuelto a vivir una tormenta como aquellas), me permite volver durante un rato a ese pasado que tanto he amado y que siempre recuerdo con mucho cariño. Me permite recordar a mi abuela, a la que echo de menos. Por momentos, vuelvo desde la distancia geográfica y temporal a esa infancia "alemana" que llevo dentro de mi y revivir esos momentos plácidos, serenos y bonitos. Estos recuerdos serán imborrables para mi para el resto de mi vida, por mucho que llueva y por fuerte que resuenen los truenos. Mi abuela y "su" Alemania siempren estarán conmigo.

Por ello, hoy ha sido un buen domingo.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Dieta mediterránea

Vengo de echarme una cena de esas que van directas al michelín. Bueno, según con quién, diría que más que al michelín, van al pectoral (...caído), pero hoy voy a ser sincero. Yo, como la amplia mayoría de la gente, tengo michelín (intento remediarlo, pero de momento está ahí, así que...). Y tampoco sé si está bien dicho que he comido una cena "cena"... Más bien me he tomado un picoteo guarro a base de kikos, pipas, patatas fritas, jamón serrano, etc. (es decir, "cena"). Vamos, todo estaba buenísimo (por lo menos a mi me encanta todo eso), pero luego están diciéndote todos que no debes tomar eso por el colesterol, por las grasas, etc. ¿Por qué será que siempre las cosas mejores no son sanas? Que si demasiado chocolate, engorda. Que si los chuletones son muy grasos, los espaguetis carbonara con bacón ni te cuento. El paté se te va directamente a no sé que parte del cuerpo... Vamos, digo yo, de algo habrá que alimentarse y disfrutar en esta vida... ¿O es que Brad Pitt se alimenta de aire? Pues NOOOOOOOOO.

En fin, esta famosa "cena" me lleva al tema del que quería escribir hoy. Ayer por la noche estuve viendo una de las pelis más terroríficas que he visto nunca. Y no la he visto sólo una vez (la habré visto como 20 o 3o veces), ni tampoco es la peli más moderna, pero es que me parece única. Bueno, en cierto sentido es única, porque sólo la han hecho una vez (y todavía no ha sufrido de esa plaga del remake y esas cosas). Me refiero a Alien, el octavo pasajero.

Y ahora estaréis diciendo todos que me he vuelto idiota perdido (por no decir gilip..., pero no voy a ser yo el que os de ideas). ¿Cómo soy capaz de conectar la idea de cenar con una peli de terror, donde el monstruo es más feo que yo al despertarme por las mañanas o Marujita Díaz cuando ríe? Pues muy fácil. El bichito ese termina zampándose a toda la tropa de la peli. Menudo festín se pega. Un total de seis personas. Vamos, si le dejan un poco más de metraje, se come hasta al apuntador y al director y tiene que filmar él solito el final de la peliculita.

Y digo yo, a ese engendro (y la palabra es más que idónea, ya que se engendra en el interior de John Hurt), ¿nadie le ha explicado nada sobre la conveniencia de tomar una dieta mediterránea y basar su alimentación en ensaladas, fruta, etc.? A mi me parece (sólo es una intuición, pero creo que acierto cuando digo que me parece), que nadie le ha explicado esos beneficios en los diferentes tipos de comida. Claro que, cualquiera se le acerca a la oreja (si es que la tiene) y le dice algo al animalito... Si es que con el pronto ese que tiene, te mete un "bocao" que te deja sin brazo. Pero ahí está él, tan feliz de la vida, yendo detrás de todo aquello que se mueve, sin preocuparse si le va a subir el colesterol, que si todavía no ha terminado la digestión pero sigue teniendo hambre (y por lo tanto sigue comiendo), que si le seguirá cabiendo el bikini cuando llegue el verano (o el bañador, que yo todavía me pregunto si era macho o hembra)...

Entonces, si Alien no se preocupa y han hecho hasta cuatro pelis de él como protagonista, más dos pelis compartiendo cartel con su colega Depredador, ¿por qué me entran a mi remordimientos de conciencia cada vez que me tomo alguna de esas comidas maléficas para el cuerpo? No tengo respuesta a eso. Debe ser uno de esos misterios de la vida.

Aún así, creo que aquellos que hablan de la comida sana y se escandalizan cuando les "reconoces" que las hamburguesas del burry kin (o internacionalmente conocido como Burger King) están muy ricas, deberían dejar de ir a ver Alien al cine (cuando saquen la edición especial de Sigourney o la edición con efectos especiales renovados con la última tecnología) o dejar de comprarlo en DVD, Blu-ray o cualquiera que sea el formato de moda del momento. O sea, menudo pecado es tomarse uno un brownie con una bola de helado de vainilla, cubierto todo con chocolate caliente, pero no dicen nada con la forma de alimentarse de extraterrestre ese. ¿No ven que sólo están contribuyendo al aumento de su ya extenso patrimonio (este tío seguro que no nota las subidas de precio de los alimentos del súper) y que además pueden ser su próxima víctima?

Desde luego, ahí está él con su sonrisa profident...

viernes, 19 de septiembre de 2008

Repasemos buenos tiempos

Mira que ha pasado poco tiempo, y aun así, parece que fue hace tres millones de años (parece que sigo en el rollo de la entrada anterior, pero no).
Me refiero a las vacaciones de verano. ¿Verdad que quedan lejos? De hecho, yo ya estoy con el calendario, tachando los días que quedan hasta las siguientes... Pero hoy ya es San Viernes y se avecinan las minivacaciones semanales que disfrutamos los curritos (¡qué largas se hacen las semanas!). Y me he acordado que, el otro día estando en voleibol, una amiga alemana me llamó de todo a razón de un mail que mandé a mi gente al regreso de las vacaciones (lo más suave fue cabronazo...). Y su razón tenía, pero lo explicaré más tarde (si no, quito el encanto de esta entrada, y nadie querrá eso, ¿verdad?). Yo no lo hice con mala intención, pero así ocurren las cosas. Sin embargo, fue ella la que me dijo que debería recordar ese mail en mi blog para que lo puedan ver todos aquellos que no lo experimentaron la primera vez.
Menda estuvo de gira por Bélgica y Amsterdam este verano (sé que debería decirse Holanda porque queda mejor literariamente, pero es que sólo estuve en Amsterdam). Pasé por múltiples ciudades, y de todas ellas me llevo varios recuerdos. Entre ellos, un mítico comentario de una murciana viendo un escaparate en el centro de Amberes (la mujer mira un escaparate, se gira hacia su marido y le pregunta en su acentazo murciano de pura cepa: "Paaaaaaaco, eeeehhhtooo... ¿pá qué é? [en castellano, ¿esto para qué es?]). Después de eso, uno se sentía un poco más cerca de casa. Bueno, volviendo a lo que quería contar. Cómo todo turistón que sale de su país (y eso lo hace todo el mundo), me lié a hacer fotos. Al principio estás que si el monumento de aquí, que si la iglesia de allá, que si la plaza de ahí, que si la chocolatería de allá... Vamos, empiezas con las cosas interesantes (la chocolatería es muy interesante para un goloso como yo). Pero pasan los días y el nivel de exigencia para apretar el botón de la cámara se rebaja considerablemente. Digamos que se reduce a casi cero (siendo cero, no tener criterio a la hora de tirar fotos). Vamos que luego haces foto de la silla de la terraza donde has comido, del adoquín del "pollo" del canal donde te has sentado, etc.. La culminación fue hacer la foto de un niño meando (aunque sea una estatua). Me da igual que sea famoso y que todos nos quedemos como idiotas viéndolo. ¿Pero a quién se le ocurre querer hacerse la foto de un pimpollo sujetándose el pinrele mientras hace pis? Que, además, es una estatua de los más enana y de los más escondida que puede haber. Desde luego que a mi se me ocurrió tirar la foto (hasta diría que quedaría mal si no lo hubiera hecho, porque luego me dirían todos mis amigos: "¿Estuviste en Bruselas y no sacaste foto del Maneken Pis?"). Es decir, resumiendo, que yo no tenía nada que envidiar a esos japoneses que se ven en grupos de tropecientos mil, todos cámara en mano, sandalias con calcetines blancos puestos, etc. (eh, eh, que yo cuando me pongo sandalias, no me pongo calcetines... Aunque sea medio alemán). Más bien os diría, que ellos copian lo que ven de gente como yo cuando hago turismo por el extranjero.
El caso es que, después de rellenar no sé cuantos megas y gigas de memoria en las tarjetas de mi cámara, pensé que una buena forma de retomar el contacto con mi gente, era mandarles una especie de reportaje de lo mejor que había visto en las ciudades. Usease, mi "Best of" personal de Bélgica y Amsterdam (vaya, que no hace falta ser un músico famoso para hacer un recopilatorio de lo mejor de... Vamos, digo yo). El resultado fue éste:
1. Amberes
Veamos cómo sabe esto


2. Brujas

¿La negra sabrá igual que la rubia?

Después de una negra, vamos a alternar con algo más clarito (y encima con Alemania...)

3. Lovaina


Aquí lo típico era una cerveza de cereza (¡qué sí, qué sí!)


4. Bruselas

No me puedo volver de vacaciones sin volver a tomar una negra (y ¡qué viva España!).


El tipo tubo no lo he probado todavía...


5. Amsterdam


Son más típicas en Bélgica, pero ya que he cogido carrerilla...


Claro, ahora viene la parte en la que explico porqué se cabreó mi amiga. Antecedente: ella es alemana (si es que nos buscamos y juntamos donde sea...), y como buena alemana, es AMANTE de la "serrrvesa" (póngase un acentillo germano rústico y os empezaréis a poner en ambiente). Resulta que esta mujer hace reportajes para la radio alemana (ella es periodista), yéndose a destinos casi inimaginables para encontrar historias que contar. Resulta que en el momento de recibir mi mail, se encontraba en mitad de la selva amazónica (o algún sitio salvaje del mismo estilo), sin apenas contacto con la civilización (supongo por su reacción, que no disfrutaría de muchos "lujos" del tipo baños, aire acondicionado, etc.), pasando un calor que te mueres, trabajando mientras el resto estamos de vacaciones, etc. (me vais pillando, ¿no?). Vamos, un cuadro. Y claro, le llega un mail de un tío que se está tomando "serrrvesa" fresca en terracitas, el resultado no podía ser otro que el de una rubia con cara roja echando pestes sobre lo gilipollas que es servidor por atreverse a mandar mails así.

Después de todo, sólo me queda decir: "Salud, Bettina".

jueves, 18 de septiembre de 2008

Nociones de tiempo

Dirán que el tiempo es tiempo. Es lo que hay. Pasa para todos y a la misma velocidad todo el rato. ¿Y cómo ocurre entonces que siempre se nos hagan eternas las cosas que no nos gustan y cortísimas aquellas que disfrutamos? ¿No es el tiempo el mismo siempre?

Pues a mí me está ocurriendo algo parecido estos días... Como he proclamado a los siete vientos últimamente, me he mudado a Galapagar desde la gran city. Ahora tengo espacio para aburrir y una zona de jardín más que maja (siempre los hay que lo tienen mejor, pero para mi, esto es un lujazo). Siempre he sido amante de los animales, en particular de los perros, y uno de mis sueños ha sido disfrutar de un perro.

Siempre ha habido discusiones en mi casa acerca de la conveniencia de tener perro en un piso. Daba igual los llantos y quejas que pusiera (cuando era pequeño) o los argumentos que me inventase (cuando era un poco más mayor), que todas mis peticiones caían en saco roto. Y tengo que decir, que con el tiempo, creo que era lo correcto. Pero ahora... Je je je. Ha llegado mi hora. Es la oportunidad ni pintada para cumplir un sueño vital.

Y además, la oportunidad está a la vuelta de la esquina. Este verano una perra de la familia ha tenido cachorros y yo ya tengo pedido uno. Me quedan unos días, máxime una o dos semanas, para que me den finalmente a la perrita (siempre he preferido una hembra a un macho), pero...

¿Será posible? Llevo casi 30 tacos esperando este momento... 30 añazos (buff, mucha tela, pero, como siempre, no me quiero desviar del tema) y resulta que esta última semana o semana y media se está conviertiendo casi en inaguantable. ¡Qué alguien me explique la racionalidad en esto! ¡Mira que hay muchas semanas y media en 30 años! Claro está que también la semana y media pasará y al fin tendré mascota. La cuidaré y la mimaré muchísimo (dentro de unos límites, que luego se te suben al sofá, se zampan tus comidas, etc.), pero desde luego parece que mi vida ha pasado volando en comparación con este tiempo de espera.

¿Tendrán algo que ver estas fotos que me han ido mandando de mi perrita?



miércoles, 17 de septiembre de 2008

Reconocimiento público

Acabo de leer un post que me ha hecho pensar (por lo menos en la parte que a mi me toca). Sobre todo porque cuando hablan del alemán de gala y te ponen un enlace con tu blog, que menos que sentirte aludido por su autor.

Las personas somos egoístas por naturaleza. Nos creemos en el derecho de pedir cosas constantemente. Quizá eso sea normal y natural, porque tampoco es que nadie lo haga indiscriminadamente. Y si alguien lo hace, debería dejarse mirar algo. Lo dicho, pedir es normal, sobre todo porque lo haces con gente que sientes confianza y cercanía. Te permites una sinceridad que en otros muchos contextos de la vida diaria no puedes (como llamarle de todo a tu jefe porque es un inepto, no sonreir cuando te presentan a alguien y no tienes ganas de nada, etc.). Adviertes que te puedes dejar llevar y entregarte un poco más al otro y por eso le pides una mano (bueno, a veces incluso las dos, además de los brazos, el tronco y la cabeza).

Quizá el problema esté en que, además de pedir, se exija una respuesta que te satisfaga. No pides y al otro le dejas elegir si te ayuda o no. TIENE que hacer lo que le has pedido. Me parece que eso también lo damos por sentado y no debería ser así. Si nos tomamos la libertad de pedir, dejemos la libertad de que nos respondan NO. Eso no significa que el amigo, el familiar, la pareja no te quieran (bueno, quizá si te dicen no todos los sábados sabadetes, habría que pensarse algo, pero no estoy tratando eso). Puede significar muchísimas cosas: estoy muy liado, no sé hacerlo o simplemente NO ME APETECE, entre otras tantas opciones. No sabemos qué piensa o en qué momento está la otra persona. Porque igual que a mi me gusta tumbarme en el sofá y no hacer nada después de las muchas obligaciones que tengo todo el día (ir al curro, hacer la compra, arreglar la casa, etc.), al ayudante le pasa exactamente igual (vamos, digo yo). Es decir, cuando se pide un favor, a la otra persona le cuesta recortar de su tiempo libre (escaso en cualquiera de los casos) y hacer un esfuerzo extra por ti. Creo que cuando nos hacen un favor, nos lo tomamos como algo natural, algo que es normal... Pero deberíamos ser agradecidos y pensar que la otra persona ha pensado en ti, ha querido ayudarte y ha dedicado tiempo y esfuerzo en salir adelante. Que los favores no es algo absolutamente normal y que es algo que debemos apreciar. Por ello, debo decir, levantador del país, sinceramente, si no te apetece arreglarme las estadísticas, ¡qué le den por culo a las estadísticas! Puedo vivir perfectamente sin las estadísticas...

Y ya que estoy sincerándome, debo hacer un reconocimiento público. Seguramente no soy mínimamente consciente del esfuerzo que ha supuesto para mi garrapata más querida su acción de hoy. Pero después de tener carnet de conducir y no tocar un coche en tantísimos años (yo he perdido la cuenta), hoy ha tenido el valor de coger el coche totalmente sola para recogerme de la estación de tren. Y encima de noche. Después del viaje y pasar un tiempo, ella ha venido hacia mi mientras escribía esto para decirme que estaba contenta por el paso que suponía para ella. Deberías estarlo. Y mucho, pero yo no sólo estoy contento, sobre todo estoy orgulloso de que seas así como eres. ¡Te quiero!