sábado, 13 de septiembre de 2008

¿Qué comen en Galapagar?

Siempre he sido objeto deseado por los mosquitos. Da igual cuántas personas estén durmiendo en la misma habitación conmigo. Ya pasaba de pequeño durante las vacaciones con mi padre y mi hermano, en el viaje de fin de curso del instituto, en las vacaciones con mi novia, etc. Por las mañanas, se contaban las picaduras en mi cuerpo casi por docenas.
Da igual lo que haga, siempre soy el elegido. La verdad es que yo renunciaría gratamente a ser el centro de atención de estos insectos "cojoneros", pero no parece que sea algo que pueda elegir.
Llevo dos noches que me acribilla uno, que debe estar relamiéndose su aguijón (o lo que sea lo que tenga, aunque más bien parece que utiliza un arpón) mientras escribo esto y planificando su estrategia de ataque para la siguiente noche. Ya lo he probado todo. Desde pastillas antimosquitos hasta perseguirlo con la vista a las 4 de la mañana, esperando que se pose en algún sitio para matarlo (ahí he estado como un idiota de pie, encima de la cama, intentando ver un punto minúsculo negro en las paredes del dormitorio).
Pero debe ser que Galapagar es distinto. No será si será la falta de polución de la gran ciudad o es que aquí van al gimnasio, pero ni los métodos químicos (pastillas, líquidos, etc.) ni las barreras físicas (mosquiteras, etc.) parecen tener efecto aquí. Supongo que comer, comen lo mismo que todos (de hecho, yo soy siempre el plato más escogido de su menu diario), pero los de aquí me están empezando a desesperar (cómo les encanta zumbar cerca de tu oído, de manera que sepas que están ahí, que te van a picar, pero que no vas a poder hacer nada).
Todavía no he llegado al extremo de intentar matarlo a base de escopeta, pero cómo esto siga así, creo que será una muy buena opción, aunque quizá tenga que recurrir directamente a cañones de barcos (que tienen más diametro de impacto).

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